Algunos componentes de un buen programa ABA para niños con autismo

 

Un programa ABA eficaz debe tener los siguientes componentes:

Un analista del comportamiento certificado por el consejo ( BCBA) que diseña y supervisa el programa ABA. Un analista del comportamiento certificado por el consejo (BCBA) es una persona que ha cumplido los requisitos educativos y de formación profesional establecidos por el Consejo de Certificación del Análisis del Comportamiento (BACB). Muchos grupos de interés especial del autismo también recomiendan que el BCBA supervisor tenga experiencia de trabajo en este campo.

Una segunda característica común de un programa ABA eficaz es una evaluación detallada y exhaustiva de las necesidades conductuales y clínicas del alumno. Antes de que comience un programa de tratamiento ABA, es imprescindible evaluar las necesidades clínicas de un niño para formular los objetivos del tratamiento y un plan de estudios altamente individualizado. Una evaluación del comportamiento funcional (FBA) suele incluir la observación directa del cliente en su entorno natural, entrevistas con los padres y cuidadores, revisión de los registros, cuestionarios, entre otros métodos. De hecho, la evaluación no sólo debe realizarse antes del inicio del tratamiento, sino que debe ser un proceso continuo a lo largo del mismo. Esto ayuda a garantizar que los objetivos del niño sigan siendo individualizados y pertinentes a sus necesidades en cada momento.

De esta evaluación detallada surge la siguiente característica común de un programa ABA eficaz: objetivos significativos y objetivamente definidos de desarrollo de habilidades y de comportamiento. Los objetivos en el ABA suelen ser de dos categorías generales: Objetivos de desarrollo de habilidades y objetivos de comportamiento.

  1. Los objetivos de desarrollo de habilidades están diseñados para abordar los déficits de habilidades del niño y se basan en sus necesidades actuales, su edad de desarrollo y su edad cronológica. La edad de desarrollo de un niño es la edad que representa sus capacidades y niveles de adaptación actuales, ya sea un año menos o dos menos que su edad cronológica. Su edad cronológica es su edad real en años desde que nació. A veces es conveniente enseñar a un niño habilidades que coincidan con su edad de desarrollo. Por ejemplo, cuando aprenden a hablar, los niños dicen palabras sueltas antes de formar frases. Por tanto, cuando se enseña a un niño a hablar, se empieza por su edad de desarrollo del lenguaje y se avanza a partir de ahí. Otras veces, tiene más sentido enseñar a un niño habilidades según su edad cronológica, como ocurre en la mayoría de los casos cuando se le enseña a jugar con juguetes. Se puede enseñar a un niño a jugar con los mismos tipos de juguetes con los que juegan sus amigos para facilitar sus amistades cuando esté con otros niños. Los objetivos de desarrollo de habilidades deben ser muy individualizados, socialmente válidos y abordar los déficits de habilidades del niño en los ámbitos pertinentes (motor, académico, lingüístico, ejecutivo, de juego, de adaptación, etc.).
  2. Los objetivos conductuales suelen incluir la reducción de las conductas desafiantes e indeseables, al tiempo que se enseñan las conductas de sustitución deseables. La identificación de la función o "propósito" del comportamiento desafiante es un primer paso imperativo en este proceso. Una evaluación eficaz identificará la función o las funciones de la(s) conducta(s) desafiante(s). Por ejemplo, tras la observación y el análisis de los datos, un BCBA puede plantear la hipótesis de que la función de la conducta de rabieta de un niño es "escapar". En otras palabras, la hipótesis es que el niño tiene una conducta de rabieta para escapar o evitar una tarea, demanda o actividad. A partir de este punto, se establecerá un plan de intervención conductual para reducir la conducta de rabieta y aumentar las conductas de sustitución adecuadas, como pedir un descanso o solicitar ayuda. Las conductas de reemplazo son conductas alternativas a la conducta desafiante que deben ser funcionalmente equivalentes (servir al mismo propósito que la conducta desafiante), socialmente apropiadas y más fáciles de realizar. Un plan eficaz de intervención en el comportamiento debe incluir estrategias proactivas (antes de que se produzca la conducta desafiante) y reactivas (después de que se produzca la conducta desafiante).

Otra parte del establecimiento de metas en un programa ABA es la elección de metas objetivas. Los objetivos definidos objetivamente son importantes, ya que es una forma de medir el éxito de un individuo y la idoneidad de la forma en que le estamos enseñando. Cuando los objetivos del programa de tratamiento se definen en términos observables y cuantificables, un programa de tratamiento puede asegurarse de que un niño está progresando hacia el objetivo final. Sin embargo, si el objetivo es vago, como "enseñar habilidades sociales" en lugar de "Billy aprenderá a iniciar juegos de pelota con sus amigos en la escuela durante el tiempo de recreo con un 90% de precisión durante un período de 4 semanas consecutivas" es difícil, o más bien imposible, ver si un niño está haciendo algún progreso. Por lo tanto, los objetivos tienen que ser objetivos, observables y cuantificables.

La medición de los objetivos establecidos es la siguiente característica de un programa ABA eficaz. La recogida de datos y la revisión frecuente de los progresos son fundamentales para los programas ABA eficaces. Cuando se recoge información sobre el progreso de un niño mientras aprende la tarea, se puede supervisar su progreso para ver si su ritmo de aprendizaje está aumentando, si está aprendiendo una nueva habilidad en un tiempo adecuado o si el progreso es lento y es necesario redefinir el objetivo o modificar las técnicas de enseñanza. Sin la recopilación de datos, no se pueden tomar decisiones clínicas sólidas.

Además, los programas eficaces de ABA incluirán numerosas técnicas y principios de ABA para enseñar a un niño a aprender. El ABA es más que un ensayo discreto.

Además, un programa ABA eficaz fomentará la independencia en todas las áreas del funcionamiento del niño. Aunque al principio un niño puede necesitar ayuda para aprender una nueva habilidad, una vez que la aprende o la "domina" se espera que realice esa tarea por sí mismo, o de forma independiente. Cuanto más independiente sea un niño, más podrá desenvolverse en su entorno sin ayuda.

Las dos siguientes características de un programa ABA eficaz son que el programa ofrezca muchas oportunidades de aprendizaje al niño y que la intervención sea constante. Al hablar de oportunidades de aprendizaje, es importante señalar que, mientras un niño está en una sesión de terapia ABA, su mera presencia no es suficiente para garantizar que se produzca el aprendizaje. Corresponde al profesor asegurarse de que el niño está absorbiendo la información proporcionada y de que la sesión está llena de esas oportunidades de aprendizaje: en otras palabras, asegurarse de que la sesión de enseñanza es productiva. El objetivo es obtener el mayor rendimiento o el máximo aprendizaje en cada sesión y hacer avanzar la habilidad desde donde estaba en la última sesión hasta un paso más en la independencia en la sesión actual.

La coherencia no sólo se refiere al número de horas de tratamiento, sino también a la noción de que todos los miembros del equipo están enseñando al niño utilizando los mismos principios y técnicas, y están trabajando en los objetivos e instrucciones que se indicaron como eficaces cuando se realizó la evaluación o según las indicaciones del líder del equipo. Por lo tanto, aunque diferentes personas trabajen con un niño a lo largo de una semana, la enseñanza del niño se asemejará a la de un solo profesor durante todo el tiempo. Por ejemplo, si el primer profesor está enseñando a un niño el primer paso para cepillarse los dientes, que consiste en meterse el cepillo en la boca, el segundo profesor continuará donde terminó el primero, y el tercero continuará donde lo dejó el segundo. Este escenario muestra en realidad una de las razones por las que la recogida de datos es imprescindible. Si los profesores no tomaran datos sobre el progreso de un niño durante su sesión, entonces el siguiente profesor programado para trabajar con un niño no estaría informado sobre qué paso debe retomar y/o qué técnicas de enseñanza debe utilizar.

Otro componente de un buen programa ABA es el uso del refuerzo positivo. Aunque hablaremos del refuerzo positivo con más detalle más adelante en las sesiones, el refuerzo positivo significa básicamente proporcionar una recompensa por un comportamiento para aumentar las posibilidades de que éste se repita. Es importante que el niño se encuentre en un entorno de aprendizaje positivo, para que sea elogiado por sus logros y así se sienta motivado para seguir aprendiendo. Los niños deben divertirse durante sus sesiones aunque se espere mucho de ellos. Por ello, el uso del refuerzo positivo es esencial.

La generalización es también un componente clave de un programa ABA eficaz. La generalización se refiere al concepto de que un niño demostrará lo que ha aprendido en la sesión de ABA fuera de la sesión de ABA; lo que ha aprendido a demostrar con su profesor de ABA con otras personas de su entorno; y lo que ha aprendido a hacer utilizando un lenguaje simple y conciso, a un lenguaje más complejo. Sin la generalización, es posible que un niño sólo sea capaz de
Sin la generalización, un niño puede ser capaz de demostrar una habilidad con una persona específica, en un lugar específico, en un momento específico. Esto se ve a veces cuando un padre dice: "oh, lo hace por mí", lo que significa que cuando un profesor le pide a un niño que haga algo específico, digamos que aplauda, el niño no aplaude. Sin embargo, cuando el padre le pide a su hijo que "aplauda", el niño aplaude. Esto no significa que el niño no sepa aplaudir, simplemente significa que el niño no ha generalizado el aplauso de sus padres a otra persona. En general, es más importante que un niño haga una cosa con cualquiera y con todo el mundo que se lo pida, que cien cosas con una sola persona en un momento y en un lugar.

Teniendo en cuenta este concepto de generalización, los buenos programas de ABA incluirán la formación de los padres como parte fundamental del programa de tratamiento. Los padres son miembros clave del programa ABA y, en la vida del niño, son los que mejor conocen a su hijo. Como los padres pasan la mayor parte de las horas de vigilia con su hijo, es importante que sean educados y entrenados para continuar donde terminó la sesión de ABA. Un programa de terapia ABA es sencillamente mucho más que el número de horas que una agencia profesional trabaja con un niño: debe implicar a todos los entornos de la vida del niño. Los principios de ABA deben incorporarse a las prácticas de crianza de las familias que implementan este programa, de modo que haya coherencia en el entorno del niño y que se capte el mayor número de oportunidades de aprendizaje durante las horas de vigilia que sea posible. Esto no significa que los padres se conviertan en mini maestros fuera de la terapia y dejen de ser padres, pero sí que los padres y otros cuidadores significativos sean una parte integral del equipo de tratamiento.

Por último, pero no por ello menos importante, un programa ABA eficaz celebrará reuniones periódicas entre todos los miembros del equipo y la familia para actualizar los planes de estudio, los objetivos y las metas del niño, y colaborará de forma continua y constante con otros profesionales que trabajen con el niño en otros ámbitos. Esto puede incluir al profesor de la escuela del niño, al logopeda, al médico, al psiquiatra o a cualquiera que tenga algo que decir sobre la ayuda al niño. Es importante que todos los miembros del equipo del niño colaboren para que trabajen juntos y no se opongan sin saberlo. Y esto es especialmente cierto cuando se trata del área o dominio de los comportamientos desafiantes. Es imperativo para el bienestar de un niño que todas las personas que interactúan con él sean especialmente coherentes en su forma de reaccionar cuando un niño tiene un comportamiento inadecuado. Por lo tanto, al tener una colaboración consistente con otros profesionales en el equipo de un niño, dicha consistencia puede ser mantenida.

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